martes, 25 de agosto de 2009

La historia de mis cumpleaños

Me muevo entre dos extremos: el de no querer festejar en absoluto y el de sentir que TENGO que festejar, que es como una obligación. La realidad es: siempre tengo miedo de que la gente no se acuerde de mi cumpleaños, no me llame o no venga.
Una de las anecdotas favoritas de mi madre es de cuando cumplí 8. estaba toda la familia reunida, me habían comprado una corona de reina para que posara en las fotos y mi madre había cocinado toda la tarde, pero yo me negué a salir de la cama alegando una -para mi mamá- ficticia gripe. "eras terrible, cecilia, eras terrible".
otra vez festejé en una pista de patinaje y estuvo bueno. un año hice una fiesta de disfraces y no quise salir -nuevamente- de mi cuarto porque no me conseguían una paleta (me había disfrazado de la chilindrina).
más de adolescente, recuerdo un cumpleaños en TIRO LOCO con mis amigas y el de 15 en el que me regalaron una guitarra azul. otro año (los 19) festejé en Estados Unidos y fue mi único cumpleaños en temporada estival (rodrigo me regalo una remera violeta muy fea, pero la imagen de él entrando a negocios de ropa de mujeres en un mall, con todo lo que eso implica para él, era muy tierna). Los más recientes(de los 20 en adelante) casi no me los acuerdo.

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Me mudaría al hemisferio norte solo para cumplir años en verano.