Te compro un chicle
Esta es una historia que, de alguna manera, ya conté alguna vez. De chica, era bastante jodida y caprichosa. Entre algunas de las maldades que hacía estaba prometerle a mi hermano Nacho -el menor- que si me hacía un favor, yo le compraría un chicle. Qué se yo, cualquier cosa: prenderme la tele, alcanzarme un vaso de coca, traerme una toalla de arriba. Yo le pedía favores a diario, pero lo cierto es que nunca le compraba ningún chicle. Y él siempre: "Me tenés que comprar 19 chicles" y después "ya me debés 35". A pesar de mi creciente deuda y de mi poca palabra, Nacho me seguía prendiendo el televisor. Hasta que un día se cansó o yo no le pedí más favores, no me acuerdo (pero lo más probable es que él se haya cansado).
En su último cumpleaños -25 añitos y 15 o 16 después de nuestra deuda- me fui hasta un kiosko y pedí más de 150 chicles. El kioskero no lo podía creer (supongo que poca gente va y compra tantos chicles de una). Los envolví en papel de regalo y después de que Nacho sopló las velitas, se lo di. Apenás tocó el paquete, se entró a reir. "Gorda hija de puta, por fin mis chicles".
6 comentarios:
Vos siempre de repente tenés estos cuentos perfectos y ternurísimos (el del parto de la más chica pienso ahora también como ejemplo).
Me caben.
Me re caben.
ai. mori de ternuraaaaaaa
Que buena historia! Me encanto!!!
qué lindo!
(mi hermano el manolo tenía más astucia: se cobraba las cosas solito, sin que te dieras cuenta. En fin, todo queda en familia)
gracias gracias gracias gracias. a las cuatro. besos para todas.
oh, yo a mi hermana también le digo Gorda hija de puta, así de cariño total. Lo que es el amor, jaja
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