Martín Palermo. Yo le digo que es una bomba, él me dice que es un mono. Es una bombaaa, una bombaaa, le repito para hacerlo a enojar. A partir de ahí grita los goles de los brasileños.
Pienso en el comienzo de un cuento. Muchas noches dormí con el corpiño puesto. O también: Mamá, sigo juntando sobrecitos de azucar en la cartera, pero la plata no llega. Y si ninguno de estos funciona: Agenda Citanova, 1988.
Después, escribo todos los comienzos juntos.
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