lunes, 1 de septiembre de 2008

Ukelele

O me ve gorda. O me quiere mucho. O las dos cosas. Siete y media de la tarde de un sábado, me arrastro al gimanasio sabiendo que en media hora cierran. Entro a la sala de musculación y los profes lindos me miran con odio porque ya están acomodando las pesitas para huir. Me subo a una bici y pedaleo 20 minutos, hago un gran esfuerzo porque preferiría estar tirada en la cama leyendo cuentos de McCullers, Lorrie Moore y hasta la revista Luz, para qué mentir. A las 8 y 10 estoy de vuelta en casa.
Él: Así no funciona. No vas nunca al gimnasio y cuando vas, volvés enseguida.
Yo: Es que ya estaba cerrando- me excuso
Él: Bueno, entonces, ponete de nuevo las zapatillas y andá a correr una hora.
Suena a orden y no tengo tiempo de rebelarme. Cumplo sin chistar. Me vuelvo a calzar y sólo le pido que me preste el mp3. Me gusta su música.
Salgo corriendo por Córdoba hacia la plaza más fea de la ciudad. Con los auriculares puestos y en remera a pesar de los 7 grados. El frío me hace dar cuenta de que estoy viva y escuchar está canción con el volumen al máximo, también.

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