martes, 17 de junio de 2008

Desde el mismísimo piquete de la abundancia

Y anoche finalmente ocurrió: quedé atrapada con mi auto proletario, el Volks(pueblo)Wagen(auto), en el epicentro mismo de una caceroleada, la de Libertador y Salguero, para ser más precisa. Casi una hora, sí. Una hora en la que pude contemplar a una multitud de señores y señoras y chicos y chicas muy ofuscados y envueltos en banderas argentinas. Hasta sus perros, de razas que no reconozco (no sé mucho de perros) tenían la bandera argentina alrededor del cogote, tipo pashmina. Mucho celeste y blanco, y también algo de marrón, ese marrón al que yo llamo el marrón cardón. Había algunos, también, camufleados de pequeños productores, con boina, cinturones de cuero y alpargatas no porque hacía mucho frío.
Con los minutos fui abandonando mi estado zen de contemplación y me empecé a enojar. Y no es porque los que se visten en Cardón no puedan protestar, es porque los que no nos vestimos en Cardón también tenemos derecho a circular. Igual, hay algo incongruente, y hasta ridículo, en eso de bajar del piso calefaccionado, con la panza llena y el corazón contento, a cacerolear un ratito y después subir a terminar de leer el editorial de Morales Solá (yo también lo leo), o tomarse un whisky o andar en pantuflas. No sé bien qué se hace en un piso de Libertador.
Entonces me salta la india de adentro y un pibe me hace señas como diciendo: relajate, relajate. Y salgo con un lugar común, ya lo sé, pero no se me ocurre nada mejor. Les pregunto porqué no protestan también por los que se mueren de hambre en el chaco o por los chicos que en cualquier esquina revuelven la basura para comerse un pedazo de pan de la semana pasada.
Y ahí aparece un viejo, de esos viejos bien chotos, de muchos años de pantufla y más de vivir de rentas, y me dice: "te vas a quedar parada acá tres horas si te tenés que quedar, conchuda". Y el conchuda me suena familiar, ¿será que es su insulto preferido? Pero no importa, lo que más pienso es ¿y yo era la que me tenía que relajar?
a ver, cómo le explico señor. Tengo que ir a buscar a mis dos hijas para después bañarlas y leerles un cuento y acostarlas y después levantarme temprano para ir a trabajar 9 horas y después volver y cocinar y acostarlas y levantarlas y llevarlas al colegio y trabajar 9 horas y dormir y así todos los días. Básicamente.
Y ojo, que quede claro: estoy en contra de esta medida, me parece abusiva y mal instrumentada. Y creo que los K son autoritarios y corruptos a niveles menemistas y que muy poco les importa el futuro del país y de su gente. Pero la de de ustedes, mmm, la de ustedes tampoco me convence.
Pasó el conchuda, pasó el relajate, pasaron los lugares comunes, y después, bastante después, pude pasar el mismísimo piquete de la abundancia con mi auto proletario.

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