ayer, una de esas siestas nocturnas traicioneras. quince minutos y salgo, de diez menos cuarto a diez de la noche, en el sillón, solo cierro los ojos, apenitas.
pero me despierto a las 2, con el living a oscuras y abandonada, mi enamorado disfrutando de la imprevista soledad en la cama de dos plazas.
esto antes no me pasaba. he llegado a hacer una siesta de 2 y media a 3 y media de la mañana, ponerme la micromini roja las medias de red las botas, y salir rauda en un taxi en dirección a Caix para llegar en el minuto exacto en el que comienza lo mejor de la noche.
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