El colmo del sedentarismo consiste en adoptar la práctica del rebotín durante los viajes en subte. Esto es: subirse a la formación (vacía) en la dirección contraria a la que uno va, ir hasta la estación de salida y regresar.
En mi caso, suelo practicarlo en las horas pico del subte B. Me subo en Florida, reboto en Leandro N. Alem y ahí sí, feliz y sentada, parto hacia mi destino final: Carlos Gardel.
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